ODONTOLOGÍA BIOLÓGICA-RMR

(Rehabilitación masticatoria-respiratoria)

Lo que nos mantiene vivos

Como seres humanos, desde el mismo momento del nacimiento, realizamos de forma automática una serie de funciones para mantenernos vivos. Son las llamadas funciones neuro-vegetativas primarias: masticación, respiración y deglución. Es precisamente de estas funciones de las que vamos a hablar, ya que la RMR se ocupa de rehabilitarlas en edades tempranas y en el adulto. La repercusiones que se derivan, tanto en la salud oral como en la salud general son más que evidentes y pensamos que están pasando desapercibidas.

1. Deglución

Es la primera función que realizamos incluso en el periodo embrionario. La deglución por lo general suele aparecer, unida al reflejo de succión, alrededor de la  semana 12 de gestación. Dicho reflejo debe estar maduro a la semana 25 de embarazo, y al nacer el niño ha de ser capaz de succionar y deglutir correctamente. Tragamos entre 1200 y 1400 veces al día y en este acto rítmico y vital la lengua debe estar apoyada y ejercer la fuerza directamente sobre el paladar. Desgraciadamente, lo que sucede, y así lo dice la literatura especializada, es que hábitos como la interposición lingual, asociado a deglución infantil, está presente en más del 30 % de escolares. La deglución atípica produce, por el empuje de la lengua hacia delante al tragar, protrusión de incisivos superiores, retrasos en la erupción y micrognatismo transversal. Las repercusiones en el desarrollo orofacial de niños en edad de crecimiento, son muy llamativas y es por eso que la RMR pone especial atención en reeducar dicha deglución cuanto antes. Adjuntamos un caso, antes y después del tratamiento con el dispositivo DegluConfort-RMR. (figuras 1 y 2)

2. Respiración

Respirar es lo primero que hacemos nada más nacer. La respiración es la función neuro-vegetativa más importante de todas, ya que un recién nacido apenas puede permanecer vivo algo más de un minuto sin respirar.

Un aspecto poco conocido de la respiración es que si a un neonato le tapamos la nariz, permitiéndole solo respirar por la boca, fallece en pocos minutos. La explicación a este fenómeno es clara: nacemos predispuestos a respirar por la nariz; un recién nacido es incapaz de respirar por la boca. El hábito nocivo de la respiración oral lo adquirirá el niño en los primeros meses de vida conforme van apareciendo los problemas obstructivos naso-faríngeos, principalmente la hipertrofia adenoidea y/o amigdalar o el exceso de moco por catarros repetidos, que impidan el paso del aire a través de la nariz.

De igual forma, las repercusiones de la respiración oral en el desarrollo craneo-facial y general del niño se hacen patentes a edades tempranas y siempre acompañadas de maloclusión. Son muy comunes la postero-rotación de la cabeza, cifosis dorsal, lordosis lumbar y otros problemas posturales que van apareciendo conforme se va consolidando el hábito de la respiración bucal. También son comunes los trastornos del sueño (ronquido y apnea) que suelen repercutir en el rendimiento escolar de estos niños.

En un estudio reciente publicado por nosotros, en 1200 escolares, encontramos una prevalencia del 38 % de respiradores orales. En dicho estudio, analizamos los procesos más frecuentes en la infancia como catarros, amigdalitis, otitis y alergias en general. Los resultados fueron concluyentes, ya que los niños que respiran por la boca se resfrían más, padecen más infecciones en el territorio O.R.L., consumen el doble de antibióticos/año y sufren más del triple de procesos alérgicos por el simple hecho de no usar su filtro natural de aire que es la nariz.

En el mismo estudio medimos, mediante oximetría de pulso, la saturación de oxígeno en sangre arterial en todos los encuestados. Encontramos, de media, 4 puntos porcentuales menos de saturación de oxígeno en los que respiraban por la boca con respecto a los que respiraban correctamente por la nariz. No es de extrañar, a la vista de la deficiente oxigenación, la gran cantidad de problemas de desarrollo que aparecen acompañando al mal hábito de la respiración oral.

Podemos afirmar, ya que llevamos más de 20 años estudiando la respiración oral, que se trata de una epidemia a la que no se está prestando atención. Véanse los cambios que experimenta la cara de un niño al reeducar los hábitos orales alterados. (figuras 3 y 4)

Según la OMS, en la edad adulta, más de la mitad de la población utiliza la boca en mayor o menor grado para respirar. Las consecuencias, aparte de una deficiente oxigenación, las encontramos en las alteraciones del biofilm oral. El paso del aire continuado a través de la boca convierte el ecosistema húmedo de la cavidad oral en seco. En estos momentos estamos estudiando las alteraciones físico-químicas que se producen en la saliva en condiciones de respiración oral y boca seca, y cómo desequilibra este ambiente a la flora bacteriana oral. Los primeros resultados clínicos con las técnicas RMR, para la estimulación de saliva, demuestran ser muy eficaces para controlar los problemas periodontales así como las diversas patologías de la mucosa oral como muestra este caso. (figuras 5 y 6)Otro aspecto a considerar que guarda estrecha relación con la respiración oral lo encontramos en los trastornos del sueño. A nadie se le escapa que si dormimos con la boca abierta, el ronquido es inevitable. Recientes estudios realizados por la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada aseguran que casi la mitad de la población adulta española padece el trastorno de la apnea obstructiva del sueño, lo que se traduce en casi tres mil millones de euros de gasto sanitario al año en nuestro país. Los problemas de sueño son cada vez más frecuentes en la sociedad actual y, a su vez, suponen un factor de riesgo para problemas de otra índole (ej., desarrollo de trastornos mentales muy comunes como ansiedad y depresión, mayor riesgo de sufrir accidentes laborales y de tráfico, etc.). Estamos convencidos de que el respirador oral es el gran abandonado del sistema sanitario actual y es por eso que la RMR redobla sus esfuerzos en rehabilitar esta función tan importante para la supervivencia.

3. Masticación

La masticación es el proceso por el cual los alimentos son cortados (incisivos y caninos), aplastados y triturados (premolares y molares), saboreados y mezclados con la saliva para formar el bolo alimenticio, antes de ser deglutido.

Podemos decir que la masticación es la parte más importante de la digestión; es la predigestión propiamente dicha. Cuanto más tiempo se invierta en ella, más contacto tendrá el alimento con las enzimas de la saliva (alfa-amilasa, lipasa, etc.) y menos esfuerzo habrá de realizar el resto del aparato digestivo para completar todo el proceso.

Estamos asistiendo en las últimas décadas a una reducción drástica de la función masticatoria por varios motivos. La industria alimentaria nos ofrece productos cada vez más procesados, triturados y licuados que no requieren del esfuerzo de la masticación; además el ritmo de vida actual conduce a comer de forma rápida, dedicándole menos tiempo a esta importante función. De hecho a principios de siglo pasado invertiríamos en masticar una media de tres horas diarias y en la actualidad apenas llegamos a una hora. Comemos todo blandito y, lo que es peor, acompañado de alguna bebida carbonatada para bajar el alimento al estómago y así minimizar el esfuerzo.

En cambio, la ciencia también aquí es concluyente: el ejercicio masticatorio produce aumento del flujo sanguíneo en diversas áreas encefálicas y cuanto más tiempo pase el alimento en la boca, haciendo una buena masticación bilateral, mayores son las tasas de hemoglobina en el cerebro. Los trabajos de Momose, de la universidad de Tokio, sobre masticación así lo atestiguan y diversas áreas cerebrales aumentan su oxigenación por encima del 25 % con sólo masticar durante 20 minutos.

Las bonanzas digestivas, de producción de saliva, de activación parasimpática, y de oxigenación que aporta la correcta masticación ocupan y preocupan a la RMR, que pone especial énfasis en la recuperación de esta función primitiva que se está perdiendo. Urge convertir nuestras clínicas dentales en verdaderos gimnasios de la musculatura masticatoria que, con esta forma de comer actual, se está atrofiando.

Como resumen podríamos decir que, en estos tiempos que estamos viviendo, ni la nariz sirve para respirar ni la boca para masticar y que la producción de saliva en el ser humano está en claro declive. A las funciones neuro-vegetativas alteradas, que secan la boca, hay que sumar los más de 500 medicamentos de uso cotidiano, además del tabaco y alcohol, que alteran tanto la cantidad como la calidad de nuestra saliva y no podemos olvidar que, en biología, saliva es sinónimo de salud.

Por todo lo anteriormente expuesto ha nacido la Odontología Biológica-RMR, para ocupar un espacio dentro del sistema sanitario, hasta ahora desatendido y que está aportando calidad de vida a multitud de pacientes. Es hora de que los dentistas tomemos protagonismo en la reeducación de estas funciones que repercuten tanto en la salud oral como general de la población y nos pongamos manos a la obra ya que la odontología ha de ser, en primer lugar, medicina.

Dr. Emilio López Jiménez

El dentista de la nariz

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